Quien siembra, recoge

Por Resu Lorenzo (*)

Alguna vez en la vida vas a necesitar un abogado, un médico e incluso un arquitecto, pero al menos tres veces al día necesitas un agricultor. Sin ellos no tendríamos productos para poder comer. Hoy quiero rendir homenaje a través de estas palabras a quienes están día tras día cultivando la tierra para tener productos como, cereales, olivo, maíz, girasol, soja, los tomates, las legumbres, y un sinfín de productos. Además viniendo de tierra de lavanda también mi homenaje a quienes trabajan duro para destilar esos aceites tan olorosos para perfumes, cocina, jabones etc……El día 15 de Mayo se ha celebrado San Isidro Labrador, un santo zahorípocero, hacedor de lluvias. Hombre sencillo y bienhechor de los pobres que empezó a ser venerado por el pueblo de Madrid unos cuarenta años después de su fallecimiento.

Muchos de los agricultores no se han formado en grandes universidades aunque son sabios sin título y tiene la formación de la vida, del campo, esa que con solo ver el día saben si mañana lloverá o hará un sol “ de justicia”. En el campo profesional, los agricultores tienen todo organizado, sus polígonos, parcelas, los propietarios a quienes entregar las rentas, las superficies y los linderos, han actualizado sus móviles para que con un solo click conozcan la ubicación perfecta de cualquier finca rústica. Sin ellos la sociedad no avanza, de la semilla del campo nace el alimento de la ciudad y lo hemos vivido recientemente que podrán cerrar tiendas, bares, agencias de viajes, e incluso un país entero, pero la gente del campo son gente imprescindible en una sociedad.

Me asombra la paciencia que tienen todos ellos, pues preparan la tierra, siembran, echan abono, los insecticidas, curan en caso de enfermar la cosecha y pasado un tiempo es cuando recogen los frutos de su trabajo, siempre que no haya ninguna inclemencia meteorológica tales como pedrisco, incendio, vientos, o cualquier otra eventualidad. Una de las cosas que tenemos que aprender de ellos es la paciencia que todo sucederá y que si el trabajo está bien hecho, y la semilla ha caído en una buena tierra, dará fruto. Y tal vez si un año no es el mejor, no importa, el año que viene será excelente, y recogerán más grano. El talento y temple de estos empresarios agricultores es un aprendizaje para muchas de las personas en la educación de sus hijos, en el negocio, pues por mucho que intentar salir de situaciones complicadas no consigue los frutos adecuados…. Paciencia, mucha paciencia, pues quien siembra y trabaja, al final recoge sus frutos, sin olvidar, que un grano se convierte en gran cosecha, así como en la vida: las cosas grandes empiezan siendo pequeñas.

(*) Economista- gestora administrativa.
Co-fundadora de Parlorenzo